El parto/nacimiento es un fenómeno dinámico en la vida de un individuo. Uno más dentro del continuum de su existencia.
Si el desarrollo se da dentro de un marco de autorregulación, entrando y saliendo de cada etapa sin negar ni sobrecargar ninguna, el parto no tiene por qué ser más o menos gravitatorio que otras etapas.
Sin embargo, en nuestra sociedad, el parto como proceso fisiológico se ha visto invadido por procesos de medicalización extremos.
Se vuelve muy difìcil abogar por la autorregulación, tanto de la madre como del feto, mientras se está más pendiente de tiempos estandarizados y señales mecánicas que de las sensaciones, emociones y energía puestas en juego.
La normalización del parto como experiencia traumática
Ya desde principios del siglo XX, se establece en el mundo científico que el nacimiento es motivo de angustia para el feto.
Claro, es muy «normal» traumatizarse si en ningún momento son respetados los ritmos naturales y las necesidades básicas energéticas y de contacto de madre y bebé.
La función del parto
Aunque parezca obvio, vamos a aclararlo: el parto tiene una función primordial: el pasaje del feto al mundo extra-uterino –del primer al segundo ecosistema-, necesario para continuar desarrollándose.
Como mamíferos, nacemos extremadamente inmaduros, y nuestro desarrollo continuará fuera del útero, ya que no hay espacio suficiente dentro de él para seguir creciendo.
Nótese bien que en ningún momento hablo de que el parto sirva para separar la díada madre-bebé. De hecho, no hay tal separación; de eso se trata el concepto de desarrollo en ecosistemas. El feto sale del útero pero sigue en fusión energética, emocional. Sigue siendo, básicamente, un feto; depende del cuerpo de su madre (su ecosistema). Lo único que varía es la forma en que obtiene su energía y alimento.
El parto como experiencia
Para el bebé, entonces, el parto debería ser un punto más en su continuum, un rito de pasaje al mundo exterior.
El pasaje por el canal de parto le dará la estimulación sensorial para la que ya está listo, y así poder continuar el vínculo fusionado con su madre, a través de la piel, la mirada y la boca.
Si no se mantiene esa fusión, el placer devenido de una experiencia tan energética como el parto será sustituido por angustia. La que se produce luego de la necesaria contracción de su sistema, al verse separado de su madre.
Para la mamá, el parto es también una transición necesaria para la que ya se encuentra preparada. Las hormonas durante el embarazo, y especialmente las producidas a lo largo del trabajo de parto, se ocupan de preparar el camino: disposición afectiva, lactancia, etc.
La prevención en el parto
El trabajo de prevención en el parto apuntará entonces, a mantener estas características descritas anteriormente;
- respetar la autorregulación de mamá y feto
- preservar la fusión entre ambos
- colaborar en que el parto como experiencia sea lo más orgonómicamente «sana» posible, dependiendo de la coraza y estructura caracterial de la madre. Ampliaré este punto en un próximo post.
Sin dudas, el parto será una experiencia transformadora para todos. Que esa transformación apunte hacia la libertad y el placer es el objetivo de todos los que trabajamos en la prevención en el parto.
Qué estrategias de prevención podrían implementarse? Se te ocurre algo para aportar al artículo? Dejame un comentario! Y no te olvides de suscribirte al boletín de noticias!
Bibliografía consultada: «Ecología Infantil y Maduración Humana», Cap. 8: «Asistencia orgonómica durante el parto»
Autores: Xavier Serrano y Maite Sánchez
[…] Hoy continuaré con el tema del trabajo preventivo en el parto, iniciada el lunes pasado. […]
[…] el niño ha tenido un embarazo autorregulado, ha nacido en un parto respetado y orgonómico. Si ha vivido una fase oral satisfactoria, llenando toda su necesidad de fusión con su madre. Si […]