Hoy les voy a dejar una reflexión, uniendo dos conceptos muy importantes en distintas corrientes de pensamiento, que para mí son súper complementarios.
Ya he hablado varias veces de la autorregulación, concepto clave en el paradigma reichiano. La energía que nuestro cuerpo acumula y luego descarga, mediante el movimiento, forma parte de un flujo sin fin. Si este flujo es autorregulado, es decir, sin bloqueos o intervenciones externas, el organismo se aproxima a la salud.
El Movimiento Libre es una visión, una pedagogía desarrollada por Emmi Pikler. No me considero ninguna experta en su teoría, pero me he adentrado en estos meses, gracias a la formación que estoy realizando con Romina Pérez-Toldi, del blog Teta-a-Porter.
Movimiento libre
Si hay algo natural en todo organismo vivo, es el movimiento. Ahora bien, por qué «Movimiento Libre»? Esta denominación busca hacer hincapié en permitir que el bebé o niño se mueva sin intervenciones del adulto. Lo que propone es una mirada diferente sobre la infancia. Una mirada que reconoce en el bebé o niño la voluntad de moverse en pro de su propia autonomía. Algo bien extraño en nuestra cultura, que nos hace considerar a la infancia poco menos que como una etapa previa a ser persona completa.
Observando bebés en movimiento, sí que me resulta bien evidente la voluntad de movimiento en todos los bebés y/o niños. La absoluta decisión con que utilizan su cuerpo, si se lo permitimos, para alcanzar lo que deseen.
Por “alcanzar” no me refiero sólo a estirarse para agarrar un objeto, sino también, conquistar su propia autonomía. Una autonomía que les viene de fábrica y que muchas veces olvidamos. Me pasa frecuentemente, que adultos de fuera de mi familia observan a mis hijos desenvolviéndose y se sorprenden: “Qué carácter tiene!”. Y yo no puedo dejar de sorprenderme, a mi vez, de que no se den cuenta de que todos los niños tienen ese “carácter” que mencionan. Todos los niños tienen voluntad, y desean desenvolverse para lograr lo que desean, valga la redundancia.
Y el movimiento, el dominio de su cuerpo y las capacidades de éste, es lo que les brinda la posibilidad de cumplir esa voluntad.
Con mi hija Clara he intentado permitir siempre su libre movimiento, pero por distintas circunstancias esto no ha sido siempre posible. Observándola en estos últimos meses me doy cuenta que ella igual siempre está tendiendo “hacia adelante”, quiere avanzar, siempre toma lo que esté dado (el espacio, las posibilidades de movimiento, mi propia participación o intervención) y empuja, empuja, empuja. Se enoja cuando intento frenarla, volver al piso, jeje. Y creo que así son todos.
Este ha sido un cambio fundamental en mi miada, que debo agradecer a la formación con Romina. De “proteger” a ser testigo de su propia potencia.
El movimiento es vida, energía. Y qué hay más vital que la infancia? Para un bebé o niño el movimiento es conexión consigo mismo, es placer, es saber quién es y qué lugar ocupa en el mundo, es integrar todo su cuerpo, sensaciones, percepciones, emociones, pensamientos.
(Aquí no puedo dejar de pensar que así debería ser para todos nosotros, los adultos, también. Lo es?)
Movimiento Libre y Autorregulación
Integrando ahora con mi propia formación reichiana, pienso en el concepto de autorregulación. Como decía más arriba, el movimiento es también, la forma de lograr la autorregulación que nuestro organismo necesita. Ya sea algo meramente físico o algo emocional, la descarga de energía acumulada mediante el movimiento es lo que permite que nos regulemos, funcionando armónica y saludablemente.
Nuevamente, es en la infancia en donde se observa esto con mayor plenitud. Ya que un bebé o niño que no es reprimido en su expresión, alcanza fácilmente eso. Esa fluidez vital, que se puede ver y disfrutar. Como ya mencioné, el movimiento está íntimamente relacionado con la sensación de placer, que naturalmente nos pertenece si logramos vivir en forma energéticamente regulada. El sentido de sí, de ser dueño de su propio cuerpo, de no depender del otro para regularse (con los límites dados por cada situación, claro está), se reafirma en cada movimiento autónomo que realizamos.