Por suerte, cada vez más, hay papás así:
- Que se involucran con todo su ser desde el principio del embarazo, en el proceso de esa familia que está surgiendo.
- Que no sólo presencian el parto sino que son parte activa de él.
- Que apoyan y aportan en el establecimiento de la fusión emocional entre la mamá y el bebé, sin sentirse desplazados.
- Que cuidan a su compañera para que a su vez pueda sostener al bebé desde su función. Protegiéndola, acompañándola en lo que necesite, de forma sensible y consciente.
- Que aceptan ser cuidados, abandonando la imagen «dura» del que todo lo puede.
- Que reconocen los viejos patrones sexistas y machistas en sí mismos, e intentan modificarlos con humildad y respeto hacia esa familia de la que son parte.
- Que disfrutan sin pudor de ser cariñosos, tiernos, emotivos… puérperos de corazón 😉
- Que leen, investigan, discuten, comparten, buscando generar un nuevo mundo para su cría, sin violencia, con respeto a su evolución y proceso madurativo.
Tengo uno de esos en casa… qué suerte la mía! 🙂