Hablar de cultura del porteo es hablar de porteo tradicional. Es reconocer que todas las culturas humanas han porteado, aunque como occidentales modernos lo hayamos olvidado.
Una mujer como la de la foto que acompaña este post no necesita talleres o asesorías de porteo, no le interesa saber que hay telas con elastán y otras que no. No «sabe» de ergonomía, postura ranita, vías respiratorias abiertas… de un modo racional, mental. Simplemente toma un rectángulo de tela y carga a su bebé, porque así debe ser. Porque su bebé debe estar pegado a su cuerpo mientras trabaja. Porque así lo han hecho su madre, su abuela, su bisabuela…
Nosotros debemos «aprender», pasarlo por la mente, porque hemos perdido el contacto con lo instintivo. Como en tantas otras cosas: hay asesorías de lactancia, clases de parto, etc., etc….
La cultura del porteo
Personalmente me da mucha risa cuando me ven por la calle porteando a mi hijo y oigo comentarios del estilo «Ay, estas madres modernas, con esos trapos…» Las personas han olvidado, al punto de no darse cuenta de que el porteo no es una moda. La «moda», en todo caso, es el cochecito. Un invento del siglo XVII, que en un principio era simplemente un juego para los niños de los nobles, y pronto se popularizó como señal de status económico y social.
El porteo, en cambio, existió siempre, porque si algo caracteriza al hombre como especie es que para cubrir una necesidad, siempre inventa algo.
Qué necesidades?
Básicamente, de dos tipos: la necesidad del bebé de estar cerca para sobrevivir -que se desglosa a su vez en varias-, y la necesidad del adulto de seguir produciendo su vida para no morir de hambre luego de reproducirse.
De las necesidades del bebé ya he hablado, pero repasemos:
- contacto piel con piel
- regulación de la temperatura
- sentirse sostenido, contenido
- amamantar cuando y cuánto lo desee
- ver el mundo desde la altura y las actividades del adulto, integrándose así a la vida en comunidad.
Todas estas necesidades genuinas de la cría humana al nacer, y que continúan durante varios meses, son cubiertas básicamente, por el hecho de criar en brazos. Los seres humanos nacemos para pasar otros nueve meses, aproximadamente, en los brazos de nuestros padres o adultos de referencia.
Pero dichos adultos de referencia no pueden pasar nueve meses sin usar los brazos. La vida sigue, e incluso dependiendo dónde vivamos, esto se nos hará más o menos patente (se imaginan a la mujer de la foto, tomándose una licencia maternal de 14 semanas en su propio huerto?).
El porteo cubre entonces, como les decía, una necesidad también de los adultos: la de CONCILIAR el cuidado de las crías con el trabajo, las tareas cotidianas, e incluso el cuidado de otros hijos mayores, o de los ancianos.
El porteo en las diferentes culturas
Cada cultura, entonces, se ha dado una forma de portear diferente. Ésta responde a muchas cosas: ecosistema en el que se inserta, costumbres, tipos de trabajo de quienes portean, incluso variables religiosas o supersticiosas.


Es bien diferente el porteo en una tribu de una selva del Amazonas, por ejemplo -cuerpos desnudos, mucho calor, caminar erguido-
al de una mujer como la de la foto superior, que necesitará cubrirse del sol, y cargar a su bebé en la espalda y bastante abajo, para poder agacharse a cosechar o lavar en el río:

O la de una mujer de la tribu Innuit, que convive con el frío, la nieve y el viento:

La humanidad y el porteo
No soy historiadora ni antropóloga. Pero me alcanza la comprensión y la intuición, ahora que llevo 28 meses cargando a mi hijo, para darme cuenta de que la historia sería muy distinta si el porteo no fuera parte de la cultura humana. Probablemente no existiría tal cultura, porque por ejemplo, al no cargarlos, los bebés habrían estado mucho más expuestos a ataques de depredadores y la humanidad no habría sobrevivido.
Los bebés no habrían podido soportar el frío o el calor de su ambiente, lejos del cuerpo de su madre.
Los adultos no siempre se habrían dado cuenta de que su bebé los necesitaba.
El aprendizaje de la forma de vida de su comunidad -esencial para que la vida continúe- habría sido muy trabajoso para los niños no porteados, y se habrían perdido costumbres y prácticas establecidas por su practicidad, conveniencia, etc.
Y es que, como bien menciona Jean Liedloff, un bebé que nace hoy no es esencialmente diferente de uno de hace 200, 500 o 3000 años. Sus necesidades son las mismas; lo que ha cambiado es cómo las vemos, y qué herramientas nos damos para satisfacerlas.
El porteo entonces, se reafirma, para mí, como una de las herramientas más eficaces que pudimos haber inventado. Vale la pena su recuperación.
Hermoso!!! gracias por compartir.
Gracias a vos por pasar y comentar Maluc!
Hermos Post! y que lindas mamis con sus bebés!
Gracias Michelle! Me alegro de que te haya gustado.
Muy Lindo
Gracias Karu!