Desde niñas, o incluso antes, las mujeres venimos siendo entrenadas en la desconexión con nuestra energía femenina.
No me refiero a vestirnos de rosa, sentirnos delicadas y sensibles.
Hablo más bien, de sentir intensamente la vida pulsando en nuestro interior. Sentir cómo late nuestro útero cuando nos emocionamos, permitirnos reconocer el ciclo que se renueva una y otra vez cada mes.
Muchas veces, la maternidad nos abre una puerta, una rendija a una parte alienada de nosotras mismas.
Si somos capaces de ver esa rendija abierta, lo que descubrimos suele ser mágico y sorprendente.
Esto tiene una explicación desde la perspectiva energética, que voy a tratar de dejarles hoy.
Por supuesto, hay lugar para miles de otras explicaciones 😉
La energía femenina
La energía es, en realidad, una sola. Desde la perspectiva reichiana, no hay distinción entre energía femenina y masculina.
Pero sí es diferente, la adscripción que desde la cultura en que estamos inmersos, le damos a nuestra propia energía.
Como he mencionado otras veces, la cultura patriarcal hace que nos desconectemos de nuestra capacidad de dar vida, de gestar, parir, y nutrir con placer.
Esta desconexión se refleja en nuestro cuerpo, cómo no. La coraza muscular y caracterial encierra nuestro útero, nuestro abdomen, nuestra pelvis. Se forma el séptimo segmento, el segmento pélvico (recuerden que la coraza se dispone en segmentos).
Y gracias a ello, entre otras cosas, menstruamos con dolor, parimos con dolor, muchas veces incluso amamos con dolor (las disfunciones sexuales, como la vaginitis o dispaurenia, tienen fuertes raíces en nuestra coraza, nuestras heridas, nuestra historia emocional).
El embarazo como transformación
Qué sucede con el segmento pélvico durante el embarazo?
Sucede, primero que nada, un proceso por Reich llamado «Luminación» (ya la palabra es hermosa, no?) que permite que dos gametos se unan y comience a formarse el embrión. Imaginan la gran cantidad y calidad de energía puesta en juego? Es imposible no maravillarse al pensar en microscópicas células, multiplicándose, dividiéndose, diferenciándose, en un pulsar continuo, generando más y más energía para a su vez poder seguir creciendo. Anidando.
El útero es el contenedor de todo este proceso, pero no es un órgano pasivo. Madre y feto son al mismo tiempo, dos y uno: son seres diferentes, con ADN distinto, pero comparten todo. Su campo energético está totalmente fusionado.
Si el útero está más o menos contraído, probablemente será diferente la calidad de este proceso. Es algo que no se ha podido investigar profundamente, es que no se dispone de mujeres sin úteros contraídos!!!
Lo que sí es seguro, es que la capacidad de contacto de la mamá con sus propias sensaciones de órgano, está directamente relacionada con dicha contracción crónica. Por ello, algunas mujeres pueden saber antes que cualquier test, que han concebido. Y a otras puede costarles más o menos tiempo sentir las clásicas «pataditas».
Mientras el embarazo avanza, la energía sigue pulsando en todo su esplendor. Probablemente, sea el momento en que más energía está circulando en ese segmento, desde la generación de la coraza. Por ello, es frecuente que muchas embarazadas sientan más deseo sexual, o tengan más sensaciones placenteras al tener sexo, por ejemplo.
Luego del parto
No voy a detenerme hoy en el parto en sí mismo como proceso energético, porque ya he hablado bastante de ello. También de cómo puede incidirse violentamente en ese proceso, generando contracción.
Luego del parto, la mujer tarda un tiempo en recuperarse físicamente. Los órganos van volviendo a su lugar, la menstruación vuelve a aparecer…
Y muchas veces, nos sorprendemos: sentimos cosas nuevas, en cantidad y/o en calidad. Ganamos conciencia de nuestro ciclo, le damos la bienvenida a nuestra sangre, la miramos de otra manera.
Estamos más en contacto con nuestras sensaciones: el útero ya no es un órgano silencioso, podemos percibir nuestra vagina… logramos sentir nuestra ovulación. Contactamos con nuestro deseo sexual, vemos cómo fluctúa, respetamos el ciclo que se evidencia.
Creo que estas «nuevas» sensaciones son en realidad fruto del terreno que le hemos ganado a nuestro propio acorazamiento. El pasar por un embarazo, un parto, y abrazar una crianza más gozosa, en contacto con nuestro instinto mamífero… nos trae este regalo inesperado.
Qué opinás? Te ha pasado algo similar? Dejame un comentario!
Totalmente Mariel!! Así lo viví desde qie quedé embarazada y luego del parto, super en conectada con mi cuerpo, sentí la ovulacion con mi primera menstruación y Gadú ya tenia 19 meses, fue hermoso sentirla para mi ya que vengo de un menstruación super irregular toda mi vida y ahora se me regaló… gracias a esta colección con mi cuerpo y mi útero. Muy lindo tu trabajo gracias por compartirlo. Besos a los 3
Gracias Jacinta por compartir tu experiencia! Un abrazo
Mariel, me encantó el post! Desde que nacio mi hijo he estado en una etapa constante de reformulación, es increible cuando uno da paso a los sentimientos como la energia fluye!. Te lo digo cada vez que puedo, tus aportes para mi han sido de mucho apoyo!
Gracias Flor! Es un honor contar siempre xon tus aportes!
Gracias de nuevo, te cuento, antes del embarazo era súper irregular con mi menstrúacion, tome pastillas por más de 20 años para regularla y por ovarios poliquisticos. Luego de la cesárea, todo cambió, ya no tomo pastillas xq tengo diu pero mi mestruacion se regularizó, reconozco mi ovulación, me siento plena al sentir mis ovarios, «ese dolorcito o inflamación pélvica» que me recuerda que allí está todo mi aparato reproductor que gesto a lo más maravilloso de mi vida. Agradezco sentir/sentirme. Cuando me baja me siento plena, mujer con todo mi ser animal. Nunca comprendí como otras mujeres podían «odiar su mestruacion, esconderla, esperar a q se les pasara o peor aún decir que estaban enfermas o que se habían enfermado». Siempre la espero y espere con ganas, como a esa amiga que tenes ganas de ver! Xq cada mestruacion me recuerda la maravilla de la naturaleza que nos permite gestar a nuestros cachorros. Gracias Mariel! Te abrazo
Gracias Pao!! Qué lindo lo que contás!!!
Excelene’te