Conciliación: Qué es y qué no es (para mí)

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Conciliación, conciliación… palabreja que no conocía (o por lo menos, no en este sentido) hasta que fui mamá.

De qué se trata? Básicamente, de no volvernos loc@s al tratar de seguir trabajando (porque de algo hay que vivir) y al mismo tiempo criar a nuestros hijos de forma respetuosa, amorosa, y con todo el contacto que ellos necesitan. Y nosotros también, claro.

Se trata también, de lograr una aparente utopía en la sociedad en la que vivimos: trabajar para vivir, y no vivir para trabajar.

Pero cómo hacer?

Cómo lograr una conciliación real?

Puede parecer un imposible, y en algunas ocasiones lo es.

En nuestra sociedad, no se concibe la idea de trabajar menos y poder vivir igual. No se concibe que uno necesite trabajar menos, para poder criar adecuadamente a nuestros hijos.

La licencia maternal en Uruguay era, cuando yo parí, de 12 semanas. Una broma de mal gusto. Además, de esas 12 semanas, la mitad se deben tomar antes de la fecha de parto. Qué bebé y qué madre están listos para separarse a las 6 semanas?

Actualmente se ha extendido a 14 semanas, y el medio horario por lactancia hasta los 6 meses, con opción a un año.

Es una mejoría, lo reconozco, pero sigue sin alcanzar.

Esto no es conciliación.

Mientras se piense que esa licencia son «vacaciones» que la mujer se toma, que es para la empresa tiempo perdido… no habrá conciliación posible.

Mientras no se tome el tiempo de contacto mamá-bebé como algo básico, e insustituible, para estimular el mejor desarrollo del bebé, y para prevenir problemas de salud, emocionales, y otro largo etcétera, no progresaremos.

Y los hombres?

Acá hay muuuuuuucho más por avanzar todavía.

Porque a nadie se le ocurre que un padre necesite tiempo para estar con su hijo.

Que la crianza es de a dos, por lo menos.

El otro día leía un artículo sobre una periodista que dejará a su bebé para irse a cubrir el Mundial de Fútbol… y pensaba… por qué a nadie se le ocurre que el padre también puede cuidar?

Porque todos nos apresuramos a juzgar a la periodista; qué mala madre que es, cómo puede abandonar a su bebé…

Pero nadie se acordó de su esposo (que por cierto, es futbolista y jugará en el mismo Mundial).

Ojo, que no estoy diciendo que haya que juzgarlo a él tampoco. Pero me llama la atención que cuando hablamos de conciliación, siempre son las madres las que tienen que hacer el esfuerzo.

Más allá de políticas sociales…

Qué podemos hacer nosotros?

Lo primero: tener claro qué es lo que deseamos hacer. Y buscar todas las formas posibles de lograrlo.

Deseamos trabajar menos horas? O extender nuestra licencia? Qué «vericuetos» legales se pueden buscar para hacerlo?

Si tenemos una buena relación con la empresa, podemos hacer planteos al respecto.

Deseamos volver a trabajar (o no podemos evitarlo)? Entonces, busquemos la manera de que la separación no sea tan importante. Pueden llevarnos a nuestro bebé cada 3 o 4 horas? Podemos llevarlo con nosotr@s, dependiendo de la tarea que ejerzamos?

Podemos trabajar desde casa? O incluso, tal vez sea la oportunidad para largarnos con ese proyecto personal tanto tiempo soñado?

Si cierto tiempo de separación es inevitable, entonces, al volver a casa: todo nuestro tiempo es para nuestro bebé. Pidamos ayuda para la ropa, la mugre del piso y la comida. Eso también es conciliar.

Lo más importante de todo: el trabajo debería ser una fuente de gratificación, no de esclavitud. Podemos cambiar eso? Nuestros hijos aprenderán más de ello, que de cualquier colegio que queramos pagarles.

Se te ocurren otras ideas? El próximo Grupo de Crianza discutiremos estas y todas las que surjan! Sumate!

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