
Seguramente, si sos mujer y vivís en una sociedad occidental patriarcal como la mía, hayas crecido con un concepto de la menstruación: que es algo sucio, o cuando menos incómodo, que se debe esconder y hacer todo lo posible para que pase desapercibido, incluso para vos misma.
Prender la televisión es estar expuesta constantemente a estos mensajes, al ver la publicidad de toallitas femeninas y tampones.
En mi caso, la maternidad me ayudó a mirar mi ciclo menstrual de otra manera.
Negar la menstruación es negar lo femenino
Parece algo tan obvio, y sin embargo, no fui conciente hasta después de haber parido: esconder la menstruación, negar mi ciclo hormonal, es traicionarme como mujer. Es ignorar mis diferencias a lo largo del ciclo, es no permitirme el contacto con mi energía femenina.
Antes de ser mamá, había leído sobre cómo otras culturas (indios americanos, sobre todo) celebraban la menstruación, y cómo las mujeres descansaban y meditaban en esos días. Me pareció asombroso y lindo, pero enseguida lo descarté como «un atraso». En la vida actual de las mujeres, activas, profesionales, las toallitas y tampones son imprescindibles, todas tenemos derecho a seguir nuestras vidas sin tener que parar por esa molestia, no?
Luego, por suerte, llegó el embarazo.
Y todo cambió.
Comencé por sentir mi útero. Sí, podía sentirlo! Gracias al aumento en la carga energética por el propio embarazo, pude sentir las pulsaciones de ese órgano maravilloso, que en ese momento era cuna de mi hermoso Thiago.
Hasta ese momento, todas esas sensaciones estaban dormidas, enjauladas por la represión cultural mamada desde niña. Y comprendí, de a poco, que no quería perderme de ese despertar. Que no iba a haber marcha atrás; una vez nacido mi bebé, esas nuevas sensaciones permanecerían, si yo lo permitía.
Cómo reconectar con nuestro útero
Empecé a explorar el mundo online. Descubrí a Mónica Felipe Larralde, y su meditación del útero. Les recomiendo, además de descargar el archivo, que recorran todo su blog.
Luego, a los 5 meses de nacido Thiago, volvió mi menstruación. La recibí con alegría, aunque también un poco de sorpresa, porque yo aún estaba sumergida en la fusión con mi bebé y no recordaba mi femineidad y mi fertilidad.
Pero junto a la sangre, una nueva cascada de sensaciones apareció, y comprendí que tenía relación con todos esos cambios que había aparejado la maternidad. Algo más que agradecerle a mi pequeño maestro…
Entendí que todos los dolores menstruales que había sufrido siempre no eran «normales», sino signos de desconexión de mí misma. También entendí que mi cuerpo hace una gran descarga energética en ese momento, y es necesario descansar, parar un poco, reposar, meditar.
Descubrí que se puede sentir placer al menstruar.
Gran parte de todo esto se lo debo también, al hecho de haber abandonado las famosas toallitas y empezado a usar la copa menstrual. Ver la sangre, pura, vibrante, fue un antes y un después. Qué increíble adiestramiento ha ejercido el sistema sobre todas nosotras, vendiéndonos una supuesta vida más «fácil y activa»!
Así que si llegaste hasta aquí pensando en cómo sanar tu relación con tu menstruación, lo que puedo decirte es que es un proceso, que sólo vos podés emprender, que la información ayuda pero lo más importante es la conexión contigo misma, la aceptación de tu cuerpo y tu energía tal como es.
La imagen que ilustra el post fue tomada de Mujer Cíclica, otro sitio que recomiendo para continuar descubriéndote 🙂