Pues sí, señoras y señores, hemos entrado en los terribles dos.
Thiago cumplió sus dos añitos hace un par de semanas, y desde ese momento… ha sido un largo camino 😉
Ya sé que todavía me falta mucho. Y que tal vez, dentro de unos meses, leeré este post y me reiré a carcajadas. O no.
Pero de todas formas, quería compartir con ustedes algunas reflexiones sobre esta terrible y maravillosa etapa.
Qué sucede a los dos años?
Evolutivamente, los dos años son una fase crucial, de muchísimos cambios, todos relacionados a la individuación y la independencia.
Por supuesto, como siempre afirmo, el desarrollo es un continuum, y esta fase está a su vez cabalgando en lo que haya pasado antes. En cómo se haya dado el desarrollo. Y seguramente seguirá mostrando coletazos a los 3 y a los 4 años.
Pero los dos años parecen ser un mojón.
Como ya he mencionado, muchos logros comienzan a manifestarse, o por lo menos a encararse: el habla, el control de esfínteres, el sueño que se acomoda, el destete… la coordinación psicomotriz se afina cada vez más. Empiezan a correr y a saltar, y cómo lo disfrutan!
Las emociones… uffff. Los desbordan, pero ya no como antes. Ahora tienen más manejo de su cuerpo, sienten intensamente la frustración, el miedo, el enojo… también la alegría, claro.
La necesidad de descarga energética a través del movimiento se hace más fuerte. Correr, saltar, pegar, gritar… Parece que no paran, y uno se pregunta de dónde sacan tanta energía!
Por qué, entonces, se habla de los terribles dos?
Sucede que nuestro otrora bebé, ya es un niño, que descubre que no siempre puede hacer lo que desea, pero aún no puede manejar la frustración que eso le provoca.
Termina de saber, definitivamente, que es una persona separada de su mamá. Y eso puede todavía angustiarlo o darle miedo.
Los berrinches, o rabietas, son descargas energéticas de todas esas emociones que aún no sabe cómo procesar. O mejor dicho, sí sabe, pero su manera no es la «socialmente aceptable» aún.
Su noción del tiempo todavía es rudimentaria; todo tiene que ser YA.
Y los papás… observamos el crecimiento de nuestro retoño con placer, pero también con asombro. Es que de un día para el otro, las cosas que le gustaban o lo calmaban ya no funcionan; la demanda de atención y de energía se vuelve mucho más acuciante… y uno que esperaba que al crecer, por fin iba a poder sentarse a ver una película!
Cómo encarar esta etapa?
Si deseamos mantener nuestra crianza lo más respetuosa posible, lo primero es respirar hondo. Tomar contacto con lo que sentimos. Nos enojan sus actitudes? Qué cosas mueve en nosotros?
Nos sentimos agotados? Son ellos los que tienen que «darnos un respiro»? O somos nosotros que no tenemos de dónde sacar combustible? Cómo podemos buscar «recargarlo»?
Aquí pueden volverse fundamentales las redes de apoyo. Familia, amigos, grupos de crianza, espacios comunitarios compartidos…
En el fondo, es bueno recordar, que lo único que nuestro hijo «quiere» es… ser querido. Tal y como es. Ser aceptado en su individualidad, esa que está descubriendo junto a nosotros. Ser acompañado en la maravilla de crecer y descubrir cosas nuevas todos los días.
Y entonces, los terribles dos… pasarán a ser una etapa más, tan bella como cualquiera de las que compartimos y compartiremos.
Gracias por el post, mi hija hace unos dias cumplio 2 años y vamos a ver que tal no va 😉
Gracias a vos por pasar y comentar, Wendy!
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[…] pasa en esta etapa? Son ya conocidas las características de “los terribles dos“. Pero para la mamá, también hay […]