cólicos del bebé

Cómo afrontar los cólicos del lactante

cólicos del bebé

 

En las primeras semanas de vida, o incluso hasta los 3-4 meses, muchos bebés sufren lo que se ha dado en llamar «cólicos del lactante».

Es una etapa pasajera; de un día para otro, los famosos cólicos se van. Pero mientras esto no sucede, los papás -y el bebé por supuesto- la pasan bastante mal.

Aquí les dejo algunos tips. No todos funcionan en todos los bebés; hay que ir probando y ver qué funciona mejor. Y ser creativos!

Qué son los cólicos del lactante?

Lo primero a tener en cuenta es que se trata de una etapa «normal». Con esto quiero decir, que no es necesario -en principio- consultar al médico de emergencia cada vez que suceda. Pero no significa que no sea un problema; como todo, creo que se trata de un síntoma, una señal de que debemos estar atentos e intentar contactar con lo que sucede.

No hay una teoría única acerca de qué los causa. Creo que en realidad, se trata de una multiplicidad de factores. Algunos hablan de la madurez del sistema digestivo, otros del «duelo por el útero».

Supongo que todas esas cosas son probables.

Recuerdo que cuando estábamos haciendo la preparación del parto de Thiago, alguien dijo en el grupo «Los cólicos son los padres«, haciendo un juego de palabras muy interesante.

No quiero decir con esto que los papás provoquemos los cólicos de nuestro bebé. Pero sí creo que es interesante pensar en qué cosas nos está moviendo ese llanto, qué está queriendo decirnos nuestro bebé. Muchas veces, veremos que al hacernos cargo de esto, los cólicos se alivian.

También, está bueno tener en cuenta, que si «esperamos» que haya cólicos, nos cerraremos a contactar con él. O sea, si cada vez que el bebé llore, decimos «No pasa nada, son cólicos, es normal, ya se le van a pasar»… es posible que nos perdamos una ventana de contacto con lo que le pasa… y nos pasa.

En mi experiencia con Thiago, sufrimos los cólicos durante aproximadamente 2 meses. Hasta que se nos «ocurrió» la maravillosa idea de colechar con él.

Les dejo ahora algunos tips para afrontar los peores momentos, y también para prevenirlos:

Algunos consejos

  • Como ya dije más arriba, tratar de aumentar lo más posible el contacto con nuestro bebé. Física y emocionalmente.
  • Colechar puede ayudar, sobre todo si como en el caso de Thiago, los cólicos se dan de madrugada 😉
  • Portear en posición vertical. Esto ayuda porque es una forma de mantener el contacto físico. Y también, porque al portear, ayudamos a nuestro bebé a equilibrar su energía. Recordemos que mientras son tan pequeñitos, el llanto es casi la única vía de descarga que tienen. Si los ayudamos a descargar a través del porteo, llorarán menos.
  • Masajes en la pancita, esto en algún momento de relax. También moverles las piernitas como «bicicleta» los ayudará a expulsar gases si tienen.
  • Dar bañitos de inmersión, en donde toda la pancita quede cubierta con agua calentita. Si suelen bañarlo en ducha, intentar entonces que el agua corra sobre la panza.
  • Paciencia, mucha paciencia… y disponibilidad. También estar dispuestos a buscar si hay «algo» que nosotros no estemos pudiendo llorar o digerir. Esto vale sobre todo para las mamás; recordemos que en estos primeros meses, la fusión emocional está en todo su esplendor.

Cosas que no aconsejo

También hay algunos mitos sobre los cólicos.

No es aconsejable administrar ninguna medicación; cada familia evaluará por supuesto esta opción, si deciden consultar a un pediatra y les indica algo. Pero en mi opinión, la medicación sólo servirá para enmascarar lo que nos esté queriendo decir ese dolor de panza…

Ayudar a expulsar los gases con masajes puede ayudar, si lo notamos muy hinchado. Pero no son los gases o el estreñimiento la causa última de los cólicos. Muchos papás se preocupan porque el bebé casi no hace caca y creen que por eso son los cólicos. Si el bebé está con lactancia materna exclusiva, es normal que no hagan caca durante varios días. No es aconsejable usar otros métodos para provocar la expulsión de gases o materia.

Tampoco es bueno dar ningún «yuyo» medicinal. Puede que alguna abuela o vecina nos aconseje usar anís estrellado, por ejemplo. Más allá de que repetimos lo del «enmascaramiento» medicinal, esta hierba en particular es riesgosa para bebés tan pequeños.

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