Como están después de tanto tiempo?
Hoy voy a dejarles algunas reflexiones que me acompañan desde hace unas semanas.
Como ya saben, soy Promotora de Lactancia de La Liga de la Leche. Y muchas veces, las familias me contactan pidiendo asesorías en lactancia.
Me infunden muchísimo respeto y cariño estas llamadas. Estos pedidos de ayuda son hechos desde el corazón, con dolor, porque lo que «supuestamente» es lo natural, lo que todas las mujeres podemos hacer (y debemos, para ser buenas madres)… no está siendo nada fácil.
Así que les voy a dejar un par de mis divagues, sobre qué es Asesorar en Lactancia. Espero que les guste y me encantará leer sus opiniones al respecto!
Asesorar en Lactancia
En el curso que tomé como Promotora de Lactancia, aprendimos mucho sobre cómo debe prenderse el bebé. Sobre la fisiología de la producción de leche. Sobre lo que significa realmente la lactancia a demanda. Hablamos de frenillos, de mastitis, de hongos. De cómo estimular la producción. De relactadores.
Y toda esa información, más «técnica», si se quiere, es necesaria, claro.
En algunos momentos del curso, hablamos también de acompañar a una mamá. Pero esta última parte no es lo que se puede «enseñar». Y para mí, es la más importante.
Escuchar
Muchas veces, cuando llego a una casa, lo que necesito hacer es sentarme y escuchar. Si bien casi siempre ya hemos hablado previamente del problema. Necesito mirar a los ojos a esa mamá -y al papá o abuela, quienes estén presentes- y tomar contacto con ella. Permitir que se afloje, que pueda compartir lo que siente.
Muchas veces también, me encuentro que esa mamá a la que escucho, no tuvo a nadie más que la escuchara en lo que va del día.
No es ningún secreto que la mayoría de las mujeres pasamos, lamentablemente, nuestro puerperio a solas.
Y entonces no puedo dejar de pensar, que es obvio que la lactancia esté dando problemas.
Porque dar de mamar es entregarse, de cuerpo y alma. Y ninguna mujer, y mucho menos una que está pasando por todo el huracán del puerperio, puede hacer eso si no se siente apoyada.
Ni que hablar si además hay otros hermanitos que atender.
Es en estos casos, cuando más noto que todo lo que «sé» a nivel técnico no sirve de nada.
Porque de nada va a servir que yo observe una mamada durante 15 minutos, converse otros 30 sobre la mejor posición para amamantar, y luego me retire dejando a esa mujer en la misma situación de soledad.
Hacer
A veces me invade la impotencia, lo reconozco. Qué puedo hacer para ayudar?
Recuerdo que una vez, «simplemente» me senté a jugar con el hijo mayor. Para que la mamá tuviera un rato de tranquilidad y poder darle de mamar a su bebé.
Ayudar a mapear la red, es otra cosa en la que suelo participar. Hay una vecina que pueda sacar al perro? Una abuela que se lleve la ropa a lavar? Una amiga que traiga comidas ricas para llenar el freezer?
A veces, lo único que puedo hacer, es darle «permiso» a la mamá para que llore. Y asegurarle que está haciendo todo bien.
Otras veces, a qué negarlo, los roles se entrecruzan. Y además de explicar cómo se produce la leche, me «sale la psicóloga». Y le señalo a la mamá que si dar una mema la alivia de su sensación de «no poder más», no es el fin del mundo. Pero que estaría bueno que note que no son sus tetas las que no pueden más.
La lactancia, como dice Carlos González, «no es una delicada flor de invernadero. Es una de las funciones más robustas del ser humano».
Esto quiere decir, que las tetas no son las del problema. Durante miles de años, la evolución natural se ha encargado de que la lactancia nos ayude a sobrevivir.
Y si nos gastamos el tiempo en averiguar sobre frenillos, grietas, mastitis y uso de medicación para aumentar la producción… nos estaremos perdiendo de lo más importante, y más difícil: contactar con lo que nos está pasando.
Claro, de verdad que es más difícil ver que nos cuesta contactar con nuestro bebé, y brindarnos sin reservas…
Probablemente nosotras mismas no hemos podido disfrutar de ese contacto cuando lo necesitamos.
OJO: no estoy diciendo que los frenillos, grietas y mastitis no sean problemas reales.
E incluso, muchas veces con la «simple» aportación de información técnica, se derriban algunos mitos que estuvieran interfiriendo con el feliz fluir de una lactancia que EN EL FONDO, no tiene ningún problema.
Por eso, me gusta pensar que Asesorar en Lactancia… es una mezcla de un poco de todo. Y sobre todo, es trabajar con el corazón y la intuición a flor de piel.
Un placer poder hacerlo!!